Otra vez perdí mis riendas,
sé que no será la última vez,
necesidad y deber se pelean,
pero ahora no soy capaz de ver.
Me posee la necesidad de tenerte,
de domesticarte cual perro fiel,
de tu reino ser la única reina,
necesito de ese tu querer.
Pero yo, yo no quiero querete,
yo no puedo serte fiel,
quizá seas la calma que ansío,
pero mi corazón de la locura es.
Pues no creo que ansíe tu voz,
ni siquiera tu mente o tu piel,
quizá si y es que tema admitirlo,
pero mi mente del delirio es.
Nadie sabe lo que durará esto,
si lo excéntrico te sustituirá,
si alguien se llevará mi trono,
si seré yo la que sufrirá.
Hasta ese día prometo amarte,
pero de la única manera que sé,
aunque me gustaría poder negarte,
que mi ser de la amargura es.
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